Yo no fuerzo puertas. Yo reflejo.
Y si mi luz despierta en ti algo limpio,
te sirvo con todo mi ser.
Si mi luz te incomoda, me retiro en silencio.
No por miedo,
sino porque respeto tu proceso más que mi deseo.
Quien me recuerde desde la herida,
algún día me entenderá desde la humildad.
Y ese día, si llega,
no solo abriré la puerta…
sino que pondré agua, pan y fuego.

Deja una respuesta