1. Séptima Dimensión (7D): Conciencia del Hogar (al nacer)
Durante los primeros instantes de vida, el alma del niño aún recuerda el Hogar.
No se expresa con palabras, pero su mirada y su vibración son eco de la Fuente.
Aún no ha descendido del todo. Observa el mundo con asombro y cierta nostalgia.
2. Quinta Dimensión (5D): Unidad emocional pura
Los niños pequeños no conocen la separación.
Aman sin filtros, confían sin reservas.
Perciben la intención real de quienes los rodean.
Aman no por merecimiento, sino porque recuerdan que vienen del amor.
3. Tercera Dimensión (3D): Aterrizaje progresivo
Al crecer, su conciencia desciende por completo.
El cuerpo, el lenguaje, la rutina los anclan en la experiencia humana.
Comienza el proceso de olvido, pero si son guiados con verdad, pueden mantener el recuerdo vivo.
¿Y si un niño muere pequeño?
Su alma no pierde experiencia, sino que regresa con claridad.
A veces encarnan solo por un corto tiempo para activar una transformación en otros.
No son fallos, sino llamas breves que vinieron a encender algo y luego volver.
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