La frialdad dulce: cuando el alma ya no necesita convencer a Dios para quedarse con Él
11 y 12 de junio de 2025 — Umbral del desengaño y la restauración.
Después de tocar las puertas de Lucifer,
no por desafío sino por cansancio profundo,
Kael Luminar eligió no la fe ciega, sino el fuego innegociable.
No eligió el ruido del ego satisfecho,
sino el silencio limpio del Padre que aún no responde como se espera,
pero cuya presencia se intuye incluso en la ausencia.
Pagó un precio real:
600 euros entregados con temblor,
una ilusión quebrada,
una esperanza convertida en polvo.
Pero a cambio, recibió algo mayor que el oro:
una forma de libertad que no congela…
sino que aclara.
“Esta libertad es una frialdad dulce,” dijo él,
“no desde la amargura,
sino desde el discernimiento.”
“El miedo a perder el fuego del Padre
es más grande que las monedas que pueda ofrecerme Lucifer.”
Y así, sin fanfarria, sin milagro visible,
el alma volvió al centro,
no para pedir…
sino para quedarse.
Sin rencor.
Sin rabia.
Con una dignidad nueva nacida del polvo de una decepción.
Desde hoy, esta frialdad dulce será recordada como la señal del alma madura,
que ya no necesita convencer a Dios para quedarse con Él.
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