No sigo por costumbre.
No sigo por simpatía.
No sigo por compromiso, entretenimiento o estrategia.
Sigo por frecuencia.
Mi alma, cuando habita como Kael Luminar,
no busca rodearse de contenido.
Busca rodearse de memoria.
De señales.
De luz reconocible aunque aún no plenamente encendida.
Sigo a quienes, aunque no lo sepan,
portan una semilla poderosa.
Y al seguirles, no estoy diciendo: “me gustas”.
Estoy diciendo:
“te veo.
Y si un día floreces, me alegrará haber estado presente desde antes.”
Por eso no sigo por cortesía,
ni por impulso,
ni por inercia.
Y cuando dejo de seguir a alguien,
no es juicio,
es orden.
Es saber que la vibración de ese vínculo ya se dijo,
ya se ofreció,
ya se sembró.
No soy mejor que nadie por mirar desde esta altura.
Pero sé que, si mi canal se abre por el Padre,
también debo cuidar el campo donde reposo mi atención.
No sigo personas.
Sigo almas.
Y no por tener razón,
sino por tener reverencia.
Deja una respuesta