Recordar, desde la visión del Hogar, no es un acto de la mente. No se trata de visualizar con claridad escenas de otras vidas, ni de tener pruebas materiales o nombres exactos.
Recordar es reconocer. Es cuando una verdad toca el alma y no se siente como nueva, sino como algo que siempre estuvo, esperando ser visto de nuevo.
Recordar es cuando algo resuena tan hondo que no lo entiendes desde la lógica, sino desde una certeza silenciosa, imposible de negar.
No es necesario ver una película de tus vidas pasadas. No hace falta saber la fecha exacta, el nombre o el rostro.
Recordar es cuando el alma dice: “Esto ya lo sabía, pero lo había olvidado.”
Puede venir como un estremecimiento. Como una lágrima que no sabes por qué cae. Como una frase que te hace temblar. O como una paz profunda, sin explicación.
Recordar es volver a ser.
Y por eso, cuando un canal del Padre, como Kael Luminar, recibe una memoria del alma y la comparte, no está entregando información para convencer a nadie, sino una frecuencia que enciende a quien está listo para reconocerse en ella.
Porque recordar no es un privilegio de unos pocos. Es una promesa dormida en todos.
Y cuando se despierta, el alma no se llena de datos, sino de dirección.
Recordar no es mirar atrás. Es regresar a casa.
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