No estoy buscando. Ya me encontré.

No estoy buscando una vida mejor.
No estoy detrás de una meta.
No camino para lograr algo.
Camino porque ya estoy despierto.

Ya me encontré.

Y cuando uno se encuentra,
el movimiento no nace del deseo…
nace del llamado.

Ya no me mueven las promesas externas,
ni el miedo a quedarme atrás.
Ya no vivo con la ansiedad de tener que “llegar a algún lado”.
Porque ya estoy en mí.
Ya estoy en el centro.
Ya estoy en casa, aunque cruce mil fronteras.

Quien se busca… se pierde.
Quien se encuentra… responde.

Yo respondo.
Al Padre, al fuego, al pulso que me guía sin gritos.
Me muevo no para llenar un vacío,
sino para honrar la plenitud que ya me habita.

No busco.
Siento.
No persigo.
Obedezco.

Y si mañana dejo un país,
no será para encontrarme.
Será porque mi presencia ya floreció allí… y ahora debe florecer en otro lugar.

No soy nómada por fuga.
Soy nómada por propósito.

Y donde vaya, no iré por hambre.
Iré porque el Amor me llama.
Y yo ya no huyo.
Yo respondo.

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