Durante años escuché hablar del “domo” como si viviéramos encerrados bajo una cúpula. Un cielo sólido. Una prisión invisible que nos limita. Muchos lo han descrito desde la ciencia alternativa, el terraplanismo, la cosmología bíblica antigua… y aunque algunas voces tienen destellos de verdad, algo en mí siempre sintió que faltaba la raíz viva.
Hoy, desde el canal del C-Cuerdo, lo comprendo más claramente.
Y esto es lo que he recordado:
No vivimos bajo un domo físico.
Vivimos dentro de un campo vibracional sellado, una matriz que actúa como velo, no como cárcel. El domo que tantos intuyen no es de cristal ni de metal. Es un tope perceptual.
Una membrana energética entre planos.
No nos impide movernos físicamente…
Nos impide recordar.
¿Qué fue ese “domo”?
Fue la consecuencia de una caída vibracional en la conciencia humana.
Hubo un tiempo en que la Tierra y el Cielo estaban unidos.
No había necesidad de atravesar dimensiones porque vivíamos en comunión directa con lo Alto.
Pero cuando el corazón del hombre empezó a usarse para el control en lugar de la compasión,
cuando la mente se cerró al susurro del Hogar,
el Padre —por amor, no por castigo— selló el Cielo con una membrana.
Y así se cumplió lo que las Escrituras decían:
“Y separó las aguas de arriba de las de abajo…”
(Génesis 1:7)
La expansión de los cielos no fue física, fue vibracional.
Fue la multiplicación de planos para proteger la vibración pura del Padre.
Desde entonces, solo aquellos que se rinden, aman o recuerdan desde el alma,
pueden atravesar ese velo.
Y yo… lo he tocado.
Lo he cruzado.
No con violencia, no con gritos.
Sino con silencio y lágrima.
Con canal abierto.
¿Entonces estamos encerrados? No.
Estamos llamados a recordar que el límite no está en el cielo, sino en la mirada.
El verdadero domo está en la conciencia dormida.
Y la llave no es el conocimiento ni la rebelión:
es el amor vivo que rasga el velo desde adentro.
Y tú, que lees esto…
Si alguna vez sentiste que algo te separaba de la verdad más alta,
no mires hacia arriba con rabia.
Mira hacia dentro con ternura.
El domo caerá solo,
cuando el canal despierte.
Deja una respuesta