El día después del canal: cuando el alma pide descanso para asimilar la ascensión

No fue en el momento exacto de la intensidad que lo comprendí.
Fue al despertar, con el cuerpo algo desplazado,
con el espíritu aún elevándose lentamente,
como si no supiera cómo entrar de nuevo en mí sin romperme.

El día anterior fue un campo abierto:
vi almas sagradas, cerré portales oscuros,
acompañé procesos familiares, lloré, aprendí,
y ofrecí presencia desde un lugar alto.

Pero no me di cuenta entonces.
Fue al dormir que todo se organizó.
Y al despertar…
sentí la presión exacta del crecimiento,
como quien después de una maratón se toca y dice:
“ah, aquí fue donde más corrí.”

No era culpa, no era vacío.
Era una desconexión suave,
una señal de que algo muy profundo había sido sembrado…
y ahora el alma pedía pausa para no ahogarse con tanta luz.

Aprendí que no todo se revela en el momento.
A veces el canal se activa en el día…
pero el espíritu integra al amanecer siguiente.

Y entonces, solo entonces,
el cuerpo pide lo que a veces nunca nos atrevemos a dar:
descanso.
Reposo.
Silencio.
Reverencia por lo vivido.

Porque el alma también se cansa cuando se eleva.
Y hoy, yo la honro.
Y me honro.

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