Los planos no son destinos.
No se alcanzan con alas ni con visiones.
Se manifiestan en ti
cuando lo que allí reina se vuelve carne en tu forma de mirar,
en tu manera de amar,
en tu paciencia al esperar.
No se habita el Quinto Plano por soñarlo,
sino por amar en libertad aquí.
No se toca el Sexto por flotar,
sino por perdonar sin necesitar respuesta.
El verdadero ascenso no es fuga.
Es integración.
Es vivir los códigos de lo alto
en lo cotidiano de lo bajo,
hasta que ya no haya alto ni bajo…
sino sólo Presencia.
El alma que ha encarnado el Cielo,
ya no necesita visitarlo.
Porque el Cielo, al verla…
vuelve a casa en ella.
Deja una respuesta