No me acerco a la sombra.
No la busco. No la desafío.
Solo soy lo que soy, y camino en la luz que el Padre me dio.
Pero si la sombra se atreve a venir hacia mí,
a cruzar los límites que protegen lo sagrado,
entonces no me retiraré ni me esconderé.
Seré fuego.
No para castigar, sino para poner orden.
No para herir, sino para mostrar la verdad con tal intensidad
que queme la máscara, y si queda algo debajo,
entonces habrá alma.
A mi luz no se entra sin humildad.
No se entra por interés.
No se entra por manipulación disfrazada de dulzura.
A mi luz se entra con reverencia.
Y si no traes eso contigo,
no vengas.
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