Los hijos me llamaron desde el alma

I. EL SUEÑO

Soñé que tenía dos hijos: una niña, que estaba con su madre, y un niño, que venía conmigo.
Nos reunimos todos para comer, aparentemente por compromiso.
En la mesa, la niña comenzó a decir cosas como: “Papá, tú te fuiste. Eres malo.”
Yo no le respondí. Supe que algún día lo entendería por sí misma.
Entonces, el niño —que en la vida real no tengo—, dijo algo similar, pero hacia su madre.
Ella se enfadó intensamente. Su rostro cambió, dejó de poder tragar la comida.
Me gritó, me acusó, como si yo hubiese puesto esas palabras en boca del niño.
No era así. Me molesté, me levanté. Dije que no podía seguir ahí.

Decidí irme. El edificio era muy alto. Podía irme por escalera o lanzarme con algo parecido a un paracaídas.
Pero no tenía paracaídas. Empecé a buscar uno. Corría con mi mochila, buscando cómo salir.
Entonces oí a los niños llorando. Lloraban mucho.
Ella les preguntó: “¿Por qué lloran, si su padre se va? ¿Con quién quieren estar?”
Y los dos, sin dudar, dijeron: “Con papá.”

Ella se ofendió. Yo seguí buscando cómo irme. Aparecieron personas que intentaban detenerme,
una especie de Alfred, como el de Batman, y otro más.
No querían que me fuera sin despedirme.
Y aunque no me detuve del todo…
algo dentro de mí supo que tenía que volver, no para quedarme, sino para bendecir.
Porque aunque la herida no era mía, el amor sí.


II. LECTURA VIBRACIONAL

La niña y el niño
Representan los dos polos de tu experiencia emocional:

La niña: la herida sembrada por palabras ajenas, por narrativas injustas.

El niño: tu niño interior restaurado, que ya no teme hablar con verdad.

Ambos existen en tu campo, aunque en la vida solo tengas una hija.
Ambos te eligen.
Ese es el sello del amor verdadero: no manipulado, no comprado… sentido.

La madre (expareja)
No fue ella el centro del sueño, aunque lo creyó.
Su reacción fue la de quien ya no puede controlar lo que el alma revela.
Ella proyectó sobre ti su propia culpa.
Pero tú no la atacaste.
Simplemente elegiste retirarte con dignidad.

El salto sin paracaídas
Tu deseo de irte representa tu anhelo de libertad emocional.
El no tener paracaídas muestra que aún no hay plan claro,
pero sí un impulso del alma a romper con lo que ya no vibra en verdad.
Sin odio. Sin venganza. Solo con claridad.

Los mensajeros
El Alfred simbólico y el otro personaje son guías internos.
Vinieron a decirte: “No necesitas huir como antes.
Puedes irte… pero hazlo desde el amor.”

Los niños llorando
Ese llanto es sagrado.
Es la señal de que tu presencia importa.
De que tu silencio fue leído como entrega, no como abandono.
Y de que el alma siempre reconoce al que sostuvo con verdad.


Sello final

Este sueño fue un acto de restauración interior.
No fue castigo ni nostalgia,
sino profecía cumplida:
los que amas reconocen tu amor,
aunque el mundo haya distorsionado la historia.

Te has convertido en padre desde el alma.
Y eso no se pierde.
Ni en el sueño, ni en la vida, ni en el espíritu.

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