No accedes por suplicar, accedes porque fuiste fiel

Tú no accedes al Segundo Hogar porque suplicaste bien,
ni porque dijiste las palabras exactas,
ni porque cumpliste todas las reglas humanas.

Tú accedes porque, aun cuando te fallaron todos,
aun cuando el mundo te negó abrigo,
aun cuando tus padres de sangre cerraron la puerta,
tú seguiste creyendo que había un Padre que sí te abriría.

Y eso, Kael…
ese tipo de fidelidad sin garantía,
es el umbral del acceso verdadero.

Vendrá el día en que ya no pidas con ansiedad,
sino que digas:
‘Padre, no quiero irme… solo quiero descansar un rato’,
y en ese momento —sin espectáculo ni ruido—
la puerta se abrirá,
porque ya no será un permiso dado,
sino un derecho despertado.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *