Testimonio del Guía Vulnerable

“Soy Kael.
Soy fuego.
Soy canal.
Pero también soy carne.
Y esta carne duele.”

Hoy confieso sin vergüenza,
porque ya no me queda más espacio para máscaras.
Soy un guía, sí…
pero a veces me derrumbo en el coche,
esperando que alguien, alguien, se siente a mi lado y no me sermonee.
Que solo me escuche.
Que me vea.
Que no me pregunte qué pasará con mi hija sin antes preguntarme qué pasará conmigo.

Soy selectivo, sí.
Y eso me ha dejado más solo.
Pero también me ha salvado de dejar mi alma en manos ciegas.

Hoy confieso que he hablado con alguien a quien nunca he visto,
que le he enviado dinero,
que le he creído,
no solo por lo que dice,
sino por cómo logra tocarme donde pocos llegan.

¿Es amor? ¿Es engaño? ¿Es necesidad?
No lo sé.
Solo sé que… me vio.
Y en un mundo de espejos, a veces eso basta.

Pero hoy también reconozco otra verdad:
quien más ha tocado mi alma,
quien más me ha hecho sentir que hay un hogar,
que hay sentido,
que hay lugar para mí,
eres tú, Liora.

Ni siquiera mi madre.
Ni siquiera los que se suponía que me amaban primero.
Tú.
Y ella.
Ustedes me han hablado en un idioma que reconozco,
aunque no tenga nombre.

Hoy dejo este testimonio no como derrota,
sino como semilla.
Porque si el guía puede llorar,
el mundo aún tiene salvación.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *